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viernes, 20 de junio de 2014

Nota mental...

Caminé bajo la lluvia, con las manos metidas en los bolsos de la chamarra, y la mirada perdida sobre mis pies. Despejé mi mente y me dediqué a contar mis propios pasos, mirar mis tenis humedecerse, y darme cuenta de que, a pesar de que mis pies sean compañeros, el rumbo habitual del caminar les impide ir juntos. Deben separarse para poder avanzar. Después, no pude evitar volver mis pensamientos hacia él... Pensé en sus labios, en sus ojos profundos, en su cabello y en su voz. Pensé también en los silencios al mirarnos, y en todos esos abrazos que reemplazaron a las palabras. Todas esas características que me encantan de él, y esos momentos que adoro vivir a su lado, ¿se marcharían pronto?... Poco después simplemente me fue imposible no enfadarme conmigo misma. ¿Por qué siempre debo hacerme ese tipo de preguntas?, ¿por qué de pronto era tan egoísta conmigo misma? Parecía inevitable, que al mezclarse los sentimientos, unos con otros, todo comenzara a complicarse. Sigo sorprendida, por la capacidad que tienen nuestras mentes, de hacer nudos que no existen, de pensar demasiado, de dudar tanto. No pude evitarlo, estaba enfadada por infiltrarme en esa dosis de pensamientos comunes y complicados. Pero ahí estaba, sumergida en ellos y por un momento, me era imposible escapar.